miércoles, 23 de agosto de 2017

Una posible definición

Durante toda la mañana se había sorprendido pensando en el cuento que aquella persona le había contado el día anterior.
¿Sería eso el amor? ¿Una entrega tan desinteresada como para darlo todo sin ninguna recompensa que no sea el beneficio del amado?
Si efectivamente era eso, ella no había amado nunca, y lo que es peor, quizás nunca había sido amada verdaderamente.


Recién por la noche pudo llegar a su piso. Esta vez tipeó en el recuadro:


AMOR VERDADERO

... "Amor" es posiblemente una de las palabras más usadas en los últimos trescientos años.
A su nombre se han justificado las atrocidades más espantosas y se han explicado las actitudes más solidarias.
Los santos, los dictadores, los bondadosos, los asesinos, los sacerdotes y los hechiceros, los eruditos y los analfabetos,
los amantes y los desamorados; todos hablan de amor y muchos de ellos ni siquiera saben de que están hablando.


Definir sentimientos es, de todas maneras, un gran desafío y un reto imposible de salvar completamente; sin embargo,
podemos aproximarnos, compartiendo nuestras ideas acerca de ellos.


No escribiré aquí sobre el amor de las novelas románticas, eterno y excluyente; ni sobre el amor de las tragedias griegas,
dramático e irresistible, sino sobre el amor de nuestros tiempos, sobre nuestro amor; un amor que no es ningún sentimiento sublime,
reservado para unos pocos, ni tampoco algo que se siente exclusivamente en un momento de la vida frente a una única persona.


Un amor posible y real, que está íntimamente emparentado con lo que cotidianamente llamamos "querer mucho" a alguien.
Si definimos el querer como "el más puro interés por el bienestar de otra persona" podremos entender que amamos
cuando sentimos que nos importa muchísimo el bienestar de otro.


El amor "verdadero" es, pues, el verdadero interés por lo que le suceda a alguien; sea ese alguien tu hijo, tu madre, tu pareja,
tu vecino o el prójimo anónimo y desconocido. Estoy diciendo que si alguien, por cercano que sea,
no se interesa en lo que te sucede,no pregunta por tus cosas, nunca tiene espacio para escucharte,
y mucho menos para tenderte una mano, deberás asumir (aunque sea doloroso)
que mucho no te quiere, aunque ande dejando cartitas y haciéndote regalos todos los meses.
Puede sonar doloroso y contundente, pero así es.


Por el contrario, la persona que se ocupa de ti y le importas; la que se alegra con tus logros y te acompaña en un momento difícil
pero respeta tus tiempos y tus elecciones; la que siente interés por lo tuyo sin querer poseerte;
esa persona posiblemente te quiere aunque te grite que nunca te quiso, aunque jure y perjure que ya no te quiere más.


Todos los filósofos, pensadores, religiosos y terapeutas de la historia han creado su propia definición acerca del amor.


De entre ellas quiero dejar una frase que leí alguna vez por ahí: El amor es el regocijo por la sola existencia de la persona amada.

Y también, por qué no, la mía.

El amor es la sincera decisión de ocuparse en crear un espacio de libertad para la persona amada. Un espacio tan grande y no condicionado como para que ella pueda elegir lo que desee: aun cuando su decisión no me agrade, aun cuando su elección no me incluya.